Catorce días después del descarrilamiento de un tren cargado de sustancias químicas tóxicas en la pequeña localidad de East Palestine, en Ohio, Estados Unidos, los habitantes siguen exigiendo respuestas.
«Ahora mismo es bastante dramático», afirmó James Figley, que vive a pocas manzanas del lugar del descarrilamiento. «Todo el pueblo está alborotado».
Figley, diseñador gráfico de 63 años, estaba sentado en su sofá la noche del 3 de febrero cuando oyó el horrible sonido del metal al detenerse. Él y su mujer subieron al coche para investigar y descubrieron una escena infernal.
«Había una serie de explosiones continuas y el olor empezó a ser espantoso», relató Figley.
«Si alguna vez has quemado plástico en el patio trasero de tu casa y [te sale] ese humo negro… Eso era», afirmó. «Era negro, simplemente negro. Se notaba el olor químico. Te quemaba los ojos. Se podía poner muy feo si estabas a favor del viento».
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